jueves, enero 29

Me encanta, me carga


Me gusta: el helado con obleas, el olor de los juguetes nuevos, las margaritas, el pan tostado, el olor a pasto recién cortado, dormir acompañada, el té dulce, el lápiz negro, las películas romanticas, las canciones lentas, las fotos antiguas, recortar imágenes, dar regalos, la primavera, el café cuando llueve, los dias nublados en verano, el sol en invierno, leer el horóscopo, hacer puzzles, el gris, los objetos antiguos, los lápices, los hombres, el inglés británico, las letras de las canciones, la canela, las fresas, caminar sin zapatos, Discovery H&H, Blondie.
No me gusta: lo llamativo, los gatos, la televisión nacional, llamar por teléfono, el verano, las coreografias, los claveles, los noticierios, las iglesias, los funerales, los programas de animales, los deportes, usar internet, etc.
Me gusta, no me gusta: esto no tiene la más mínima importancia para nadie; aparentemente, no tiene sentido. Y, sin embargo, esto quiere decir: mi cuerpo no es igual al suyo.
Así, en esta espuma anárquica de los gustos y las repugnancias, suerte de picadillo distraido, se emboza poco a poco la figura de un enigma corporal que complete a la complicidad o a la irritación. Aquí comienza la intimidación del cuerpo, que obliga a otro a soportarme liberalmente, a permanecer silencioso y cortés ante goces o rechazos que no comparte.

jueves, enero 8

Un par de calorías


Tengo un cubo rubik para armar, algunos libros que leer, miles de lápices y una croquera donde dibujar, un atril, pinceles y acrílicos para pintar, varios libros de autoayuda que imprimir, puzzles y sopas de letras que llenar, una bicicleta estática y una escaladora para usar, 70 canales de cable para ver, internet ilimitado para navegar, tiempo para salir, ánimo de poco y nada.
Despierto cansada, pero me gusta levantarme temprano como hoy, sin hacer ruido y desayunar té y pan tostado con mermelada de ciruela, y no yogurt con actiregularis, avena y frutas. Y me gusta arreglarme, ponerme perfume, salir a la calle y sentirme bonita, caminar oyendo música, o sólo mirando las cosas que pasan y pensar en ti, en mi, en nosotros, en todo. Subirme a la micro y leer un libro, con el sol entrando por la ventana. A eso de las 11 me gusta tomar café y comer chocolate, y hablar de todo y de nada, de los recuerdos, de las alegrías y más de las penas. Me hace bien, me siento mejor cuando detallo cada cosa que me pasa y alguien me escucha tratando de entender aunque no tenga sentido lo que digo. Siento que me saco una mochila de la espalda por sólo el hecho de saber que alguien más lo sabe; me siento con ganas de hacer algo, lo veo desde afuera como si yo me contara a mi misma las terribles tragedias de mi vida, que en realidad no existen, pero yo exagero y caigo en miles de distorsiones cognitivas, de las que me doy cuenta en esos momentos, pero en otros simplemente me gusta sufrir y sentirme débil, incapaz, sola en el mundo; me hablo a mi misma y me repito conscientemente un montón de cosas desagradables que se de memoria, como una forma de ser egoista y a la vez autocompasivo con uno mismo, de sentirse víctima de las circunstancias. Es extraño.